Hoy fui a secar los platos que lavó mi hija y me encontré con una cuchara llena de jabón!
¡Al mismo tiempo tomé la cuchara en mi mano y le iba a decir: "mira eso, ¡por qué no sabes ni lavar una cuchara!"
Llegué a la puerta del dormitorio y la vi durmiendo, ¡volví a la cocina muy enojada!
Cuando llegué a la cocina, me sorprendí al mismo tiempo, “Dios mío, mira cuántos cubiertos limpios dejó y yo le iba a cobrar por una cuchara, ¡qué ignorancia!”.
Y somos así, la gente hace muchas cosas maravillosas pero ¿qué vemos? ¡Los pequeños defectos! Tenemos que valorar, aprender, amar, agradecer más!
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