martes, 16 de junio de 2020

Historia de amor verdadero.



-Viejo, podemos descansar si quieres –dijo la anciana cuando escucho jadear a su esposo detrás de ella.
-No vieja, estoy bien; además ya nos falta poco –dijo el anciano mientras empujaba la silla de ruedas de su esposa.
-Hay viejo, gracias por sacarme de ese lugar, era tan feo estar ahí.
-Lo se vieja, lo sé.
-Además no quería que se acabe asi, sabes…
-Ya no hables vieja –la interrumpió el anciano –mira ahí está el lugar.
-Hay que hermoso verdad viejo, parece que no ha cambiado nada.
-Déjame ver si recuerdo donde está el árbol –el anciano se detuvo y empezó a buscar con la vista.
-Ahí, ya lo vi –apuntó la anciana con la mano temblorosa, que a su vez hacía temblar el tubo de la intravenosa que tenía en el brazo.
-Ah –exclamó el anciano –aun tienes la vista mejor que yo jejeje.
-Rápido viejo, ya va anochecer.
-Tranquila vieja, llegaremos en un rato –y el anciano siguió empujando la silla de ruedas.
-Al fin –dijo la anciana –viejo quiero bajar.
-Sí, enseguida –y el anciano como pudo, bajo a su anciana esposa al suelo junto con el suero que tenía en un brazo.
-Quítame esto viejo –le dijo, moviendo el suero.
-¿Estas segura? –preguntó el anciano un poco asustado.
-Ya no lo necesitaré, ya sabes…
-Está bien, lo haré –la volvió a interrumpir.
-Ven a echarte viejo, a donde vas –le dijo cuando vio que él se iba a donde un árbol.
-Aquí esta jeje –dijo muy emocionado –y mira nuestras iniciales aún se pueden ver.
-Ay si verdad –dijo la anciana afinando vista, vio unas iniciales dentro de un corazón tallado en el árbol.
-Hazme campo vieja –le dijo acercándose a ella y echándose a su lado.
-Aquí me propusiste matrimonio, ¿verdad viejo? – preguntó la anciana mientras ponía su cabeza sobre el pecho del anciano.
-Después de tantos años ¿todavía lo recuerdas?
-Quizá me he olvidado de muchas cosas viejo, perop esto nunca se me va olvidar.
-¿Y recuerdas que también aquí te pedí que seas mi enamorada? Jejeje.
-Fue cuando tallaste nuestras iniciales en el árbol –dijo un poco agotada, su voz empezaba a escucharse débil.
-Fueron años maravillosos vieja.
-64…64 años, ojala hubieran sido más. Pero no me arrepiento de nada.
-Yo tampoco…mi viejita.
-Viejo…
-¿Si?
-Te amo –y se quedó dormida.
-Yo también vieja, te amo. Mira el sol ya se está poniendo, despierta vieja… ¿vieja?
Pero la vieja no despertó, el anciano no pudo contener sus lágrimas y se aferró fuertemente a ella.
-Te prometo…te prometo que cuando llegue mi hora también vendré aquí…mi viejita.

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